La antropología filosófica está viviendo unos momentos de alta coyuntura, impulsada por los vientos favorables y a la vez provocadores de la bioética, los avances de la biología, la genética, la neurofisiología, especialmente en la investigación del cerebro, así como la paleontología y la etología.
Se ha discutido si la antropología en la modernidad se ha convertido en el centro de la filosofía. De hecho, la antropología es como un cruce de caminos en el que confluyen muchas cuestiones filosóficas. El hombre mismo es una cuestión cuya complejidad extiende sus hilos a todo el campo de la filosofía. La realidad toda se entreteje en sus fibras, de ahí la caracterización renacentista del hombre como microcosmos. El carácter corporal y social, la afectividad, el lenguaje, la mente y el carácter personal muestran de qué «material» está hecho el hombre, cómo está equipado. Otros rasgos, como identidad, libertad, actividad, historicidad, cultura y sociedad, enseñan cuál es la tarea a la que está destinado. Finalmente, otros indican los límites en los que discurre su existencia y ayudan a trazar los perfiles: el mal, la caída, la culpa y la muerte. Estos límites reflejan, además, una experiencia muy actual: el carácter vulnerable del hombre.
Gabriel Amengual (1946), catedrático de filosofía en la Universidad de las Islas Baleares y del Centro de Estudios Teológicos de Mallorca, se ha dedicado especialmente a la filosofía moderna y contemporánea alemana, cultivando campos como los de antropología filosófica, ética, filosofía de la religión, filosofía de la historia, hermenéutica. Entre sus obras destacan: Presencia elusiva (1996); Modernidad y crisis del sujeto (1998); La moral como derecho (2001); Deseo, memoria y experiencia. Itinerarios del hombre a Dios(2011); La religión en tiempos de nihilismo (2006); Guía comares de Hegel (2015).
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