En la actualidad, la actividad diplomática de la Santa Sede tiene un gran reconocimiento internacional. No ha sido siempre así a lo largo de la historia. En su origen, el envío de representantes pontificios nació de la preocupación por la unidad de la fe y del impulso misionero. Posteriormente estos emisarios se convirtieron en instrumentos al servicio de la reforma interna de la Iglesia. Después, tras la desaparición de los Estados Pontificios, los nuncios fueron asumiendo cada vez más la tarea de hacer presente en todos los países la preocupación y el servicio de la Iglesia católica a toda la sociedad.
Michael F. Feldkamp (Kiel, 1962) cursó sus estudios de Historia y Teología en Alemania y Roma. Es doctor en Filosofía por la Univ. de Bonn. Ha trabajado en los archivos del Bundestag y en los de Instituto de Historia Contemporánea de Múnich. Es autor de numerosos artículos en revistas especializadas sobre Historia de la Iglesia y de la diplomacia, y de algunos libros sobre el tema.
Traducido del original alemán (Die päpstliche Diplomatie. Zwischen Papst Silvester und Johannes Paul II. Ein Überblick) por José Mardomingo.
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